viernes, 17 de abril de 2015

Reflexiones desde Uruguay en torno al funeral de Eduardo Galeano



El fallecimiento de Eduardo Germán María Hughes Galeano el pasado 13 de abril ha marcado un momento de inflexión en la vida cultural y política uruguaya. También en el mundo, no solo en la realidad latinoamericana se ha publicitado su foto y su biografía, sus textos y palabras y el más conocido recuerdo a “Las venas abiertas de América Latina” (1971), ya que influyó en muchos países de nuestra parte sur en forma directa, así como en el lugares tan lejanos como Filipinas o Australia.
 
Como todos tiene su historia. Lo primero fue cambiar su apellido inglés al materno conocido por no identificarse con esa parte rica de la familia, ya que era una familia poderosa y de larga data en Uruguay. Luego siguió con su jóvenes colaboraciones como dibujante primero -de viñetas políticas muy comunes en la prensa uruguaya de los años '50 del S. XX- y poco a poco articulista y escritor en semanarios políticos como El Sol socialista, Época, Marcha -emblemático medio de prensa de izquierda- y tantos medios que eran perseguidos por las dictaduras, así como co-fundador de Crítica en Buenos Aires-Argentina. Todo esto en medio de dictaduras y exilios por toda América.
 
No inventó. Recorrió los territorios de toda América durante toda su vida y le permitió conocer y reconocer las profundidades de las variadas culturas locales, sus patrimonios, sus realidades políticas, y más que nada sus terribles realidades humanas y expoliaciones conservadoras desde hace 500 años.
 
Sobran twitters y webs que narran su vida y su obra. Se le extrañará en muchos aspectos y su memoria es la memoria de todos, así lo comentaba él con sus propias palabras en sus días finales. Se lo extrañará en la mesa del café Brasilero donde eran habituales sus ruedas de amigos. Se lo extrañará en la opinión clara de lo que no todos ven de nuestros tiempos locos.
 
Concurrí al velatorio en el Salón de los Pasos Perdidos, sala gigante y majestuosa del Palacio Legislativo en la ceremonia que se le dispuso el gobierno. Tomé varias fotos para esta reseña y mi idea era estar un rato allí acompañando o despidiendo a quien tuve el gusto de ver personalmente más de una vez -porque no era un ser incansable o intocable- y me detuve a ver como actuaba la gente. Ante mi sorpresa pude ver que personas de todas las edades se sacaban selfies frente a su féretro como si nada, una tras otra sin el menor respeto. Estaré equivocado pensé, son estos tiempos que corren. Los dos minutos de fama apoyados ahora en la muerte de Galeano.

Cientos de selfies en media hora con gente de Uruguay, México, Perú, Bolivia y otros países, envueltos en sus banderas. Un show personal. Saludar a los hijos o familiares ni pensarlo. Que los ejércitos de camarógrafos de medios aplastaban y atropellaban a la gente y pisoteaban las sillas- dispuestas para sentarse los que llegaban a presentar sus respetos y que los había- y que lo importante era acosar al máximo al visitante ilustre sea un ministro nacional, una ministra de cultura extranjera, un presidente, o un cantante como Serrat o al hoy senador, Pepe Mujica. Un paso una sefie.
 
Seguramente Galeano se estará riendo de tanta estupidez y extrañará que aún no hayan aparecido a la venta camisetas o pins con su imagen. Es cuestión de tiempo. Esos que aprovechan todo están muy ocupados, pues justo estamos en campaña electoral por las intendencias departamentales.
 
Es que hay cosas que son siempre una lucha continua, desde esas miles de páginas escritas contra lo que denominamos 'el Mercado y la globalización', en “donde los indignados son los que pagan lo que hacen los indignos” como decía Galeano. Es que se siguen abriendo nuestras venas y nuestras crecientes dependencias que tantas veces describió y anunció desde esas reflexiones. Son los fueguitos de cada uno que Galeano describió en libros perseguidos y prohibidos.
 
Queda una llama prendida y de nosotros depende que no se apague.
 
Eduardo Montemuiño
Montevideo, Uruguay

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